lunes, 27 de abril de 2015

MAESTRA, NO MAGA

Por: Jorge Bello Domínguez

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Lo que plantea el Artículo 47 de la Constitución de la República, cuando se lee: Mediante el sistema de seguridad social, el Estado garantiza la protección adecuada a todo trabajador impedido por su edad, invalides o enfermedad”, no se le está aplicando a la señora Yiraima Cajetes Colás, que reside en la Avenida 411 No.18613 entre 186 y 188, Santiago de las Vegas, Municipio Boyeros.

 

Ella es una mujer de 43 años de edad, de profesión maestra, a la que se le diagnosticó SIDA hace unos siete meses; no obstante dice encontrarse en un abandono total y con falta de preocupación por parte de las autoridades competentes.

 

Yiraima es una honesta trabajadora, dedicada a la noble ocupación de educar en la escuela de niños con trastornos de conducta, Kuito Cuanabale, ella vive en condiciones infrahumanas, porque no tiene ni siquiera un baño para sus necesidades fisiológicas. Su hija nombrada Sheila Martínez Cajetes, estudiante de 8vo. Grado, padece de una enfermedad conocida como SB+ (un tipo de siklemia), que es incurable. 

 

Esta mujer que es universitaria, se licenció en Educación Especial,  ha hecho innumerables esfuerzos para conseguir que le otorguen un crédito o subsidio para mejorar un poco sus condiciones de vida, que se agravaron bastante, hasta volverse caóticas, después que fue diagnosticada paciente de VIH.

 

Y es que la casa donde reside está en peligro de derrumbe desde hace bastante tiempo, a pesar de que se ha dirigido a varias instancias gubernamentales de la provincia, todo ha sido en vano.

 

Eparticular plantea que en la comunidad de Santiago de las Vegas, donde vive, conocen másque de sobra sus condiciones. Su salario lo destina -casi completo-  a alimentarse y a pagar los elevados gastos que generan la electricidad y los créditos por los artículos de la “Revolución 

Energética”.

 

Es de la opinión que están esperando que la casa les caiga encima, porque a fin de cuentas para el gobierno somos unos negros más sin la mínima importancia. Recuerda que de nada le sirvió estudiar y convertirse en una profesional de la educación, si en definitiva no ha podido lograr tener ni un baño dentro de la casa, además de que está apuntalada toda y tiene sus paredes agrietadas.

 

Al realizarle la pregunta: ¿Recibe ayuda económica de alguien o de alguna entidad gubernamental? Su respuesta fue tajante: “El papá de la niña le pasa la manutención acordada e incluso es la persona gue me puede ayudar con la mano de obra en los arreglos, que de ser posible se le harían a la casa. Pero ese no es el caso, el problema está en los funcionarios de este sistema, si no me dan el crédito ¿cómo lo hago? Soy maestra, no maga y  además enferma”.

 

La Habana, 11 de abril de 2015.